Cada vez son más frecuentes los problemas con los implantes y sobre todo la llamada preiimplantitis. Pero ¿qué es exactamente la periimplantitis? Es un proceso inflamatorio que afecta a los tejidos que rodean a un implante dental y que ocasiona una pérdida del soporte óseo en el que se ha integrado. Aunque tiene distintas fases de afección, en todas ellas podemos observar los siguientes síntomas:
- Enrojecimiento de la mucosa circundante al implante.
- Sangrado o superación del sondaje realizado para colocar el implante.
- Pérdida ósea en el hueso soporte, constatado con radiografía.
- Dolor a la percusión.
- Movilidad del implante.
En lo que respecta a las causas, son esencialmente dos:
- La flora bacteriana que se aloja en la cavidad oral y que puede ubicarse en la superficie del implante.
- La sobrecarga oclusal o, dicho de otro modo, el estrés biomecánico que genera la masticación, especialmente si la colocación del implante no es la correcta.
Por otra parte también hay que señalar que existen diferentes factores de riesgo que pueden favorecer la aparición de esta patología:
- Tabaco.
- Una higiene oral deficiente.
- Tipo de superficie del implante.
- Mala calidad ósea del hueso de soporte.
Hasta no hace mucho, la única opción de tratamiento para una periimplantitis era la retirada del implante. Sin embargo, ya hay otras alternativas terapéuticas, basadas en la separación del tejido gingival por medios mecánicos o manuales para eliminar la inflamación y restaurar el mencionado tejido, unido a un tratamiento antibiótico.
No obstante el tratamiento dependerá del grado de desarrollo de la periimplantitis, debiéndose realizar los siguientes procedimientos:
- Tratamiento regenerativo de los defectos óseos, eliminando el tejido de granulación para destruir las bacterias que han causado la infección. De este modo se reduce la inflamación.
- Tratamiento de la superficie del implante para eliminar la placa bacteriana acumulada.
- Tratamiento de los defectos óseos, realizando un curetaje de las lesiones periapicales y utilizando materiales para sustituir el hueso dañado. De este modo se evita la progresión de la enfermedad.
Con todo lo expuesto, la mejor forma de solucionar este posible problema es la prevención y revisión periódica de los implantes. La visita periódica marcada por nuestro dentista es precisamente para evitar estos dolorosos inconvenientes que pueden surgir tras la colocación de un implante dental.